24 de septiembre de 2017

El esclavo que veía a Dios

Nat Turner
El esclavismo en los estados sureños de Estados Unidos se ha visto generalmente como un régimen brutal e inhumano, pero a la vez aparentemente estable donde los amos de las plantaciones lo tenían todo controlado. En realidad, los esclavos negros nunca se resignaron totalmente a su suerte y llevaron a cabo toda clase de actos de resistencia, incluso violenta. Antes de la guerra de Secesión (1861-1865) se produjeron varios intentos de rebelión esclava, como los de Gabriel Prosser en 1800 y Denmark Vesey en 1822. Pero sin duda la mayor revuelta esclava fue la que se produjo en 1831 en el condado de Southampton, en Virginia, liderada por un esclavo de 31 años llamado Nathaniel Nat Turner.

Sobre este episodio existe una fuente de gran valor: un panfleto de 24 páginas en el que el abogado Thomas R. Gray recogió las confesiones de Nat Turner antes de que fuera juzgado y ejecutado por su alzamiento. Gray no era un testimonio imparcial, como se ve en su presentación: "Mientras en apariencia se respiraba un aire de calma y paz en aquella sociedad, un funesto fanático [Nat Turner] revolvía en las profundidades oscuras de su mente atroces y sanguinarios planes para asesinar indiscriminadamente a los blancos". Sin embargo, una declaración final certificaba que el reo reconocía la veracidad de lo expuesto.

"Confesiones" de Nat Turner.
Thomas R. Gray
Nat Turner nació en la plantación de Benjamin Turner, en el condado de Southampton (Virginia), el 2 de octubre de 1800. Su madre, Nancy, una esclava llegada de África que inculcó a su hijo las ansias de libertad desde la infancia, estuvo a punto de matar a su vástago después del parto para evitarle una triste vida de siervo. De su boca oyó Nat por primera vez lo que se esperaba de él: ser un profeta. Esta creencia empezó a forjarse a los "tres o cuatro años", cuando Nat comenzó a relatar sucesos del pasado; "Dios me había enseñado cosas que habían ocurrido antes de mi nacimiento", declararía.

Turner aprendió a leer y a escribir con facilidad. Para asombro de su familia, un día cogió un libro que le mostraron para que dejara de llorar y empezó a deletrear los nombres de los objetos que aparecían entre sus páginas. El gusto por la lectura y los fuertes sentimientos religiosos que demostró desde temprana edad le llevaron a convertirse en predicador en la plantación. Obsesivo lector de la Biblia y practicante de ayunos para fortalecer el espíritu, a los 21 años Turner empezó a tener visiones y a pensar que Dios se dirigía a él con signos y voces, como hizo con los profetas de la Biblia, anunciándole su próxima emancipación.

En su corta vida, Nat Turner tuvo varios amos. A la muerte de Benjamin Turner en 1809 pasó a manos de su hijo, Samuel. Al morir éste en 1822, se convirtió en propiedad de su viuda, Elizabeth, y un año después, del nuevo esposo de ésta, Thomas Moore. En el momento de la rebelión, Nat era esclavo de Joseph Travis, con quien se había casado la segunda esposa de Moore después de enviudar. Sobre las relaciones que mantuvo con sus amos tenemos tan sólo un testimonio, según el cual en una ocasión Nat recibió una paliza "por decir que los negros debían ser libres y que lo serían un día u otro".

El carácter iluminado de Turner no dejó de acentuarse y, sintiéndose acompañado por el Espíritu Santo, fue testigo de diversos milagros que se materializaron en brillantes luces en el firmamento. Tras fervientes rezos, "mientras trabajaba en el campo", descubrió "gotas de sangre sobre el maíz como si fuera escarcha caída del cielo", y vio en "las hojas de los árboles del bosque unos caracteres jeroglíficos y números en forma de hombres en actitudes diferentes, retratados en sangre". Estos últimos representaban a los espíritus negros y blancos que había visto luchando en una visión anterior. La revelación definitiva la tuvo tras el eclipse de sol del 11 de febrero de 1831, que interpretó como la señal de Dios, que no podía ser desoída, para la rebelión.

En la medianoche del 22 de agosto, Turner y su grupo iniciaron la que sería la revuelta más cruenta que conocería el Sur esclavista, aunque, por la falta de disciplina y medios, estaba irremediablemente condenada al fracaso. Él y sus cuatro seguidores empezaron matando a hachazos a los miembros de la familia Travis mientras dormían. A continuación, emprendieron una correría por el condado de Southampton que los llevó a saquear 16 casas más y a matar a todos los blancos que encontraban. Al mismo tiempo fueron liberando a esclavos que se unieron a la revuelta. Cuando la milicia puso fin al alzamiento, los insurrectos llegaban casi al medio centenar y habían acabado con la vida de unos sesenta blancos, entre hombres, mujeres y niños.

Viñeta de la época en referencia a la masacre perpetrada por Nat Turner

Tras dos días de pánico, las represalias por parte de la población blanca no se hicieron esperar. Casi doscientos negros fueron asesinados como venganza. Turner, que había huido a los bosques, fue capturado nueve semanas después, el 30 de octubre, por el granjero Benjamin Phipps, que lo descubrió escondido en una zanja. El prófugo fue acusado de incitación a la rebeldía y participación en la insurrección, y, tras ser juzgado, el 5 de noviembre fue sentenciado a la horca. Antes de ser ejecutado, se le preguntó si no se arrepentía de las atrocidades que había cometido. Por última vez en su vida, Turner volvió a hacer gala de su convencimiento de ser un enviado de Dios, y respondió: "¿Acaso no fue Nuestro Señor crucificado?".

El 11 de noviembre, el líder rebelde fue ahorcado junto a otros 16 esclavos. A su cadáver, sin embargo, se le deparó un destino diferente del dispensado a sus correligionarios. Su cabeza cortada se exhibió como una curiosidad y su cuerpo fue desollado con el fin de utilizar la piel para fabricar bolsas y monederos. Las partes del tronco y extremidades que no se reservaron para extraer la grasa se trocearon y conservaron como recuerdos macabros. Lo poco que quedó fue enterrado con la misma solemnidad que los restos de un animal dañino. Con este trato, el Sur dejaba constancia del castigo ejemplar que merecía el negro rebelde.

La verdad sobre quién fue Turner y cuáles fueron sus verdaderos motivos para rebelarse contra el régimen esclavista aparece troceada desde el primer momento, como su cuerpo. El relato de Gray en Las confesiones de Nat Turner tiene una profunda carga ideológica. Al convertir a Turner en "el Gran Bandido", el líder de una "feroz banda" que suplica por su vida al ser apresado sin oponer resistencia, el autor niega la existencia de una relación entre la revuelta y otros movimientos y personajes contemporáneos comprometidos con la resistencia antiesclavista.

De igual manera, la historiografía oficial norteamericana presentó la rebelión como el acto aislado y excepcional de un demente, una lucha melodramática en la que la actuación del villano quedaba privada de cualquier significado político.

Los afroamericanos, en cambio, conservaron un recuerdo positivo de Nat Turner, al que llamaron Ol' Prophet Nat, Viejo Profeta Nat. Historiadores afroamericanos rehicieron la dignidad de Turner y los demás insurrectos.


Fuentes:
* Carme Manuel, Universidad de Valencia. Historia National Geographic núm. 161, pág. 22-25
* https://www.theatlantic.com/national/archive/2013/08/on-this-day-in-1831-a-bloody-uprising-in-the-virginia-countryside/278905
* http://www.history.com/topics/black-history/nat-turner


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